COTIDIANO




Toda mi casa está regada por mis poemas.
Me aparecen en la cocina, en el estudio,
en el dormitorio. Están extendidos a lo
largo de mi desorden, esparciendo su dulzura
por las horas tediosas de la barrida y de
la arreglada de los cuartos, dándome ese
mensaje de que si hay algo vivo en mi,
de que mi vitalidad esta impregnada en
esos papeles donde he dejado el recuerdo
de estos momentos intensos en que yo
dejo de ser yo y me convierto en un poema.

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