Una vez en la mili, deseaba con toda su alma cinco cosas:
Primero, que no hubiera guerras. Segundo, que, si había guerras, que fueran de otros y él no tuviera que ir. Tercero, que, si tenía que ir, que fuera a poner paz (o sea, a que se mataran con un poco de orden) y que él no tuviera que disparar. Cuarto, que si tenía que disparar, que no le diera a nadie. Y quinto, que si le daba a alguien, que fuera en un pie.
Y al cabo del tiempo, resultó que hubo una guerra que era de otros, pero él tuvo que ir a poner paz (o sea, a que se mataran con un poco de orden) y, en el fregado que son en las guerras las misiones humanitarias, al final tuvo que disparar, y al que le dio, le dio no en el pie, sino entre las cejas. Y ya no le pareció tan bien la mili ni su sueldo, aunque era medio regular, y deseaba poder estar haciendo el tonto en las colas de la oficina de empleo. Pero ya era un poco tarde.
Copiado de Educarueca,imagen "Emigrante " de Manuel Ferrol
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Un abrazo.